Por: Héctor Aguilar (Actualización)
Xochimilco ha sobrevivido a más de 25 años de abandono
total, pero por increíble que parezca sus condiciones naturales son tan
extraordinarias que ahí se mantiene; claro, sin la magia que algún día mostró a
turistas extranjeros y locales y hacia sus propios habitantes, quienes también
han tenido un gran porcentaje de culpa por la crisis en la que se encuentra.
Lo más fácil siempre ha sido echarle la culpa al gobierno, y
quien lo haga tiene toda la razón, las últimas nueve administraciones han
dejado en el abandono esta región que alguna vez fue un verdadero pulmón de la
Ciudad de México. Han permitido la llegada de gente, incluso, de Centroamérica, en
territorios ecológicos, etc.
Que no ha habido presupuesto, ni interés de todos los
niveles de gobierno es una realidad, y que el abandono ha sido tal que conforme
pasan los años parece no tener salvación, es totalmente cierto.
De hecho, parecería que tanto el gobierno local como el
federal tendrían el interés de que Xochimilco desapareciera como tal, que sus
canales se extinguieran, que sus amplios espacios y terrenos se convirtieran en
parte de un consorcio de construcción de vivienda, que les dejarían miles de millones
de pesos, que la tierra se erosionara, que todo lo que nuestra generación
alcanzó a ver desapareciera.
Pero también los habitantes de esta demarcación tenemos la
culpa, y quienes más culpa tienen son los que más años tienen aquí. Las
familias con mayor tiempo en esta demarcación, esas que con sus nuevas
generaciones se han deshecho de lo que un día fue lo más preciado para sus
bisabuelos, sus abuelos y sus propios padres: sus terrenos.
Hace unos días escuchábamos a una persona de unos 30 años,
quejarse porque las tradiciones de un pueblo tan arraigado como San Mateo Xalpa
se están diluyendo con la llegada de miles de personas que han ocupado enormes extensiones
que han sido construidas en casas habitación.
“Desde Santiago, la zona de Acoca, los Tlaxiopas, hasta San
Mateo nos han dado en la torre, son gente que no es de aquí, que no tiene
arraigo ni tradiciones. Que vienen a provocar mayores problemas de tráfico,
gastan más agua que no tenemos y provocan muchos problemas que no teníamos hace
años”, nos comentaba.
Eso sí, nuestro platicador amigo traía una enorme Ford Lobo
roja, y en el aparato reproductor de música se escuchaba a Julión Álvarez y
luego a la Arrolladora tocar música de banda, con un alto volumen.
“Tenemos que hacer algo para frenar la llegada de tanta
gente que no es de aquí”, nos dijo.
Lo cierto es que
nuestro entrevistado se quejó amargamente, pero él hizo algo que provocó este
mismo problema que tanto critica. Él no le tuvo fe a lo suyo, a sus
tradiciones, a su patrimonio, ese enorme terreno que era de su bisabuelo, que
luego fue de su abuelo y que sirvió para alimentar a su padre ya que ambos se
dedicaron a la siembra, al cultivo, fue por generaciones de su familia, pero él
le sacó la firma a su viejo padre y lo vendió.
De un plumazo terminó con 80 o 90 años de tradición
familiar.
Y así como él, hay cientos de ex dueños de terrenos jóvenes
que se quejan por la llegada de miles de personas a Xochimilco, pero quienes
también han colaborado para ello, porque si no quieren que vengan, ¿por qué les
venden?
Esos terrenos fueron propiedad familiar por décadas y sus familiares
los trabajaron, pero ellos vieron lo más fácil, los vendieron, sin importar la
historia que tenían, las horas que sus familiares se rompieron la espalda
cosechando en ellos, ¿y ahora se quejan?
Nosotros no vimos que nuestro entrevistado saliera
llorando cuando subió a su camioneta y se dirigió al centro de Xochimilco: “Voy
a sacar dinero del banco, porque le quiero hacer un regalito a mi vieja”,
mencionó.
Esos sí, la recompensa les llegó, porque se pasean en
enormes camionetotas, cuentan con una “gorda” cuenta en el banco, lo cual está
bien, pero entonces no nos quejemos de por qué ha llegado tanta gente a
Xochimilco cuando los dueños y no el gobierno, también han sido parte del
problema y en muchos casos ni siquiera se han dado cuenta.
Ya no hablemos de las organizaciones civiles que confunden
el ayudar a personas que llegan a vivir a terrenos que no son suyos, quienes
son engañados y compran un terreno que no pertenece al dueño o quienes votan
por candidatos que ni siquiera conocen.
Tal vez por eso, solo tal vez por eso, Xochimilco está como
está, ¿o usted qué cree?