Por: Héctor Aguilar
Al momento de retirarnos del lugar, nos retiramos por la
parte posterior de la estación y nos enfilamos hacia la salida, cuando sobre
Capulines, notamos un extraño auto que no correspondía con el resto y que,
según nuestro conocimiento, no tendría por qué recibir mantenimiento dentro de
los talleres que son de uso exclusivo para transportes gubernamentales y que
forman parte de lo que pagamos los contribuyentes.
Una más de nuestros gobernantes, quienes no acatan las
órdenes y mandatos, y mucho menos se van a preocupar por investigar qué sucede
internamente entres sus empleados.
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