Opinión

Por: Armando Torres de Babel

Se concretó un triunfo sonado
que vino a dejar en claro que la
sociedad estadounidense ha cambiado,
pero sobre todo ha vencido
uno de los más grandes males que
puede registrar la humanidad: el
Muchos factores se combinaron
para que el candidato del Partido
Demócrata, Barack Obama, obtuviera
la mayoría de las votaciones
del pasado 4 de noviembre, pero
ese llamado “voto blanco”, el cual
domina finalmente en las urnas,
se lo dieron a un afroamericano.
Cierto que George W. Bush pasará
a la historia como uno de los
peores presidentes de ese país, al
que llevó a enemistades profundas
con otras naciones, cólera entre
sus habitantes al involucrarse
en guerras propias y tiene una
impopularidad mayor que la que
dejó Richard Nixon con todo y el
Watergate, pero el hecho es que
los demócratas jugaron sus cartas
a ganar o morir. Hilary Clinton,
una mujer, fue rival directa
de Obama, un mestizo, que fue
involucrado hasta con gente del
Medio Oriente, la cual pagó su
escuela y cambio de universidad
de Columbia a Harvard.
Pero todo esto no le importó al
pueblo norteamericano, porque a
ellos no les interesa si tienen que
mandar a sus hijos a la guerra por
caprichos gubernamentales, no les
importa que el petróleo se acabe,
no confían en un medio ambiente
que se esté terminando, lo que a
los estadounidenses les duele es
cuando les pegan en el bolsillo,
cuando su calidad de vida se ve
afectada y no tienen dinero sufi-
ciente para aprovechar las ofertas
de Macys y Sacks de fin de año.
Bush logró eso, hizo que la gente
desconfiara de su nivel económico
y en buena parte esto fue lo
que llevó a la derrota al Partido
Republicano, que presentó a un
héroe de guerra, sí… pero que es
ultraconservador y que conserva
toda la escuela republicana de
Veremos que tal le va a México
con la llegada de un nuevo mandatario
quien en su campaña no se
mostró demasiado complaciente
con temas que nos afectan como la
migración, petróleo y energía.