Las pugnas internas de Morena en la demarcación han afectado donde más le duele a su propia estructura: en el bolsillo.
Por: Héctor Aguilar
Para nadie es un secreto que el voto duro (el que se supone
seguro para el partido en el poder en delegaciones pequeñas como Xochimilco,
que no cuenta más que un 5 por ciento de la elección total de la CdMx) son los
trabajadores de la delegación, esos que todos los días van a poner la cara por
las tonterías que hacen sus jefes, que se parten la espalda a pleno sol, sin
esperar mayor remuneración que su pobre salario. Ese que ha sido duramente afectado por
problemas internos, desorganización y prepotencia de las autoridades
Sin embargo, son estos trabajadores, los que usted ve limpiando
coladeras, metiéndose al lodo, cambiando luminarias, quienes tienen que
aguantar las protestas de la sociedad, cuando son los menos culpables de malas
administraciones de quienes fueron elegidos por votación popular.
Ah, pero cuando vienen elecciones, estas personas son las
primeras en ser buscadas por los aspirantes. Esos que si no piensan votar por
el partido que está en el poder, entonces son amenazados con perder su empleo, removidos
de área o de plano despedidos, aunque esto conlleve un proceso. Esos que viven “asustados”
cada tres años, porque de no apoyar a sus jefes políticos, lo perderán todo.
Y a pesar de ello, en esta administración esta constante
presión psicológica, que se considera un delito laboral, se le revirtió al
gobierno de Morena. Los trabajadores de la delegación Xochimilco no solo se
lograron quitar el pie de encima, sino que además están completamente seguros
de NO votar nuevamente por ese partido, luego de que sus condiciones laborales
han sido vejadas en todo sentido.
Desde el inicio de esta administración han sido constates
las quejas sobre problemas internos
entre direcciones, lo que hace que la confianza de mantener su lugar se
pierda. Luchas internas que no se habían
visto en anteriores mandatos perredistas, y el grave problema fue que estos morenos
llevaron sus problemas hasta la clase trabajadora, y eso fue la gota que
derramó el vaso.
La constante de estos años ha sido el retiro de concesiones que tenían
estos empleados. La gente de base perdió horas extras, le aumentaron una hora
de trabajo, lo movieron de áreas y la tan prometida restructuración en base a
sus conocimientos nunca llegó. Justo o no, estos cambios afectaron a la
plantilla laboral
Y eso quienes tienen base y el sindicato los “protege”.
Aunque, como nos han mencionado decenas de trabajadores: “No hay sindicato, el
sindicato trabaja con quien le ofrece mejores posibilidades. Si llega un
delegado que le promete el cielo y la tierra, nos dejan tirados, pero eso sí,
siguen cobrando su cuota, por no hacer nada”, esto en referencia al Sindicato
de Trabajadores del Gobierno de la CDMX.
Ya no se diga la gente de Nómina 8, personal, por cierto,
que no trabaja para la delegación, sino para el Gobierno Central, aunque el
pago salga de cada demarcación.
Ellos han sufrido peores momentos. Desde despidos, golpes,
abusos, humillaciones y falta de pago.
Y con todo esto, ¿alguien del partido en el poder se
acercará con ellos para pedirles su apoyo en 2018? Y una mejor pregunta: Usted,
que trabaja en la delegación, ¿volverá a creerles?
El problema aquí fue uno muy sencillo, las pugnas internas
de Morena afectaron al trabajador, donde más le duele, en su bolsillo y eso se
va a pagar en 2018. ¿O no?
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