Han pasado tantos años de aquel cambio de administración
entre PRI y PRD que tal vez ya se nos olvidó qué tanto ha cambiado Xochimilco
desde ese ya viejo 1997. Sin embargo, la realidad al salir a la calle, pasear
por sus plazas, visitar los pueblos y tomar el coche para cruzar el Periférico
nos recuerda vivamente que todo ha caído en un profundo letargo del que no se
ve una escalerita para salir de nuevo y cuando menos observar por encimita.
De aquellas épocas de finales de los 90, no queda nada, y no
basta con recordar la mucho más limpia agua de los canales (que ya estaba contaminada,
eh, pero no tanto), aquellos constantes paseos en caballo de pueblo a pueblo,
las calles empedradas que luego se pavimentaron y ahora están llenas de baches
y administraciones corruptas, pero que tenían bajo control la delincuencia.
No estoy diciendo que con el tricolor en el poder las cosas
eran un pan de Dios, que todo estaba bien y que no había corrupción, ni vandalismo,
lo que digo es que eran otras épocas, había menos gente viviendo en Xochimilco
y la violencia que hoy está desatada no existía. Solo digo que era otro
Xochimilco, socialmente era otra cosa. No importaba quien estuviera en el poder
(aunque en esa época no había de otra), porque era la gente la que mandaba.
No el gobierno, la gente era la que tenía otra mentalidad;
los abuelos, los padres, los jóvenes y niños, pensaban diferente, quizá no tan
actualizados, pero Xochimilco era otra cosa.
Hoy la violencia, contaminación, inseguridad, baches y todo
lo que usted podría poner como ejemplo, no importaría si la gente estuviéramos de
acuerdo con lo que tenemos. Si estuviéramos viviendo en un ambiente que
nosotros hubiéramos escogido, si nuestros votos hubieran servido para hacer un
cambio “positivo” para la gran mayoría de xochimilquenses que habitamos este
especio de la Ciudad de México.
Pero no, vivimos en un ambiente diferente, de presión
social, de cuidado “personal” no general, donde todo nos molesta, donde hasta
las fiestas regionales ya no nos parecen suficiente motivo para festejar, donde
hasta las figuras religiosas son cuestionadas.
Donde miles y miles de personas han llegado y traen otra
mentalidad. Donde los hijos de los dueños de grandes territorios, perdieron esa
emoción de sus padres y abuelos y simplemente han vendido esos terrenos, con lo
que se ha promovido el olvido de las costumbres.
Donde vienen unas elecciones y parece que a nadie le
importan. Donde pocos candidatos han demostrado conocer ese amor que la gente
le daba gratuitamente a Xochimilco. Y donde de no ser por un terremoto, ya hubiéramos apostado por la pérdida total de
esta zona.
La pregunta que me ha venido a la mente es, ¿antes estábamos
mejor? La respuesta es claramente sí, desde luego. Pero, ¿por qué estábamos
mejor? ¿Por el gobierno que teníamos o porque la gente era diferente?
Y entonces llegó otra pregunta, ¿importa realmente el gobierno
que tenemos o lo que de verdad es lo importante es cómo nos comportamos
nosotros como sociedad?
¿Hay que votar? Seguro que sí, así es. Hay que salir a
votar, pero ¿quién tiene que hacer ese cambio que necesitamos en Xochimilco? ¿Los gobernantes o nosotros? Porque desde que
llegó el PRD mucha gente tan solo estira la mano para recibir lo que el
gobierno le da. Se pelea por las migajas que le lanzan desde el gobierno, pero
no se pone a pensar que todo tiene un valor moral para que tenga un valor
humano. Lo que te regalan, lo que no te cuesta, no tiene un valor moral para ti
y cuando van 20 años de eso, la costumbre de vivir de ese modo es peor que
acostumbrarse a la violencia, la insensibilidad social y los baches. Y así
estamos viviendo actualmente.
Lo cierto es que las elecciones no deberían ser de gobernantes, sino de cambio de mentalidad.. ¿o no?
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