Por: Héctor Aguilar
Es cierto, durante 70 años fue el partido que mayores
progresos le dio al país. Coincidimos, tal vez abusaron del poder en algún
sentido, pero llevar las riendas de una República no es fácil, y menos durante
siete décadas.
Hoy el Partido Revolucionario Institucional no es ni la
mitad de lo que fue en sus mejores épocas. El poder se ha segmentado en apenas
unos cuantos, y la soberbia les ha afectado a tal grado que el Tricolor sufrió
profundas heridas en las pasadas elecciones en estados que nunca había pedido
durante más de 90 años.
Y en la #CDMX las cosas están aún peor. 150 mil votos de un
total de casi 8 millones, habla de la profunda decadencia de un partido que
está pasando por un bache que ya lleva más de dos décadas.
Para esta elección de los Constituyentes el PRI alcanzó a meter
a 5 personajes de una lista de 60. Algo impensable hace 25 años, cuando
dominaban la escena política. Pero ¿por qué? ¿Qué ha pasado con ese partido que
tantos seguidores dice tener, pero que a la hora de las votaciones no aparecen?
La respuesta es sencilla: Soberbia.
Soberbia de no hacer negociaciones, soberbia de no ofrecer
intercambios políticos más que con dos partidos pequeños que resultan ser
rémoras de un tiburón que ha perdido los dientes.
Soberbia, porque la respuesta la tienen en sus manos cada
tres años, o en este caso, en los resultados de las elecciones del domingo.
Su eterno rival, el PAN, "dobló las manos" y signó
coaliciones con el PRD en varios estados. ¿Y qué creen? Ganó en tres de ellos.
Y no se rompieron las vestiduras, no lanzaron las campanas al vuelo, no se
hicieron menos por tener que "doblegarse" y ofrecer "algo a
cambio" al partido amarillo que tampoco tiene ya mucha fuerza en el país.
Pero el PAN negoció, platicó, ofreció algo, llegó a
acuerdos, firmó coincidencias y al final obtuvo lo que se buscaba: el triunfo.
Cuando el PRI logre quitarse esa arrogancia, esa altivez,
ese ver a los demás por encima del hombro; cuando el PRI tenga el corazón de
verdaderamente "bajarse del ladrillo" y cambiar, negociar y cumplir
con lo ofrecido, la misma sociedad le dará su respaldo, le dará su voto y su
confianza como antes, pero eso, al parecer, está lejos de ocurrir.
Líderes que buscan "la papa", el dinero fácil, y
que lo que menos les importa es considerar, siquiera, esta opción, porque
"nosotros somos el PRI. El PRI, señoras y señores, ese que no baja la mirada
ni cuando está a punto de pisar excremento”.
Y sin mencionar nombres la respuesta llegará sola. Cuando su
soberbia se convierta en humildad, el PRI regresará a sus viejas glorias y tendrá
algo que sus integrantes han perdido, la credibilidad de quien finalmente los
pone o los quita, la validación de quien va a votar, de quien decide, de quien
se siente oprimido o fascinado por un gobierno, es decir la confianza de usted.
Y por cierto, sus líderes tendrán que encontrar rápidamente ese cambio, porque solo les quedan menos de dos años para las elecciones de 2018.
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